Momentos robados. Cuanto más pasa el tiempo, más me digo a mí misma que nuestros pequeños momentos juntos son cada vez más raros y, sobre todo, cada vez más preciosos. Cuando eres un niño disfrutas la vida sin hacer demasiadas preguntas, todo cae del cielo. Alrededor de los veinte años te vuelves independiente, pero la vida es fácil, con pocas preocupaciones. Trabajamos sólo para garantizar un nivel mínimo de subsistencia, es decir para pagar la comida, la vivienda, la ropa y sobre todo para tener dinero para salir de fiesta. Tenemos tiempo... Por las tardes después del trabajo, los fines de semana... El mundo es nuestro.
Después empezamos a acomodarnos. Tienes que hacer algunas concesiones a tu pareja, pero siempre tienes mucho tiempo para ti. Conseguimos tener unas vacaciones románticas tranquilas, disfrutamos de actividades de ocio y salidas en pareja y aún podemos dedicar mucho tiempo a nuestras propias pasiones.
Poco a poco, insidiosamente, con la edad, se van dando responsabilidades en el trabajo y un salario acorde a ellas. Al principio piensas que es genial. Más salario significa más tiempo libre o más ahorro para ser financieramente independiente más rápidamente. Pero en realidad, significa sobre todo un mayor impacto negativo en tu tranquilidad mental y en tu tiempo libre. Terminas más tarde por la noche, tienes que empezar más temprano por la mañana, rumias fuera del horario laboral. Nunca te desconectas, ni siquiera en vacaciones.
Y luego llegan los niños. Cuando no estás en ello, no te das cuenta realmente, pero los niños te consumen todo el tiempo. TODO. Así que, por supuesto, los amamos y nos lo pasamos genial. Pero ya no tenemos tiempo para nosotros mismos.
Con el tiempo, tu vida cambia tanto que llega un momento en que ya no es realmente tu vida, sino la vida de otros: la de tu empleador, la de tu familia, la de la sociedad. Sigues siendo tú, interconectado en medio de todo, pero ya no eres el tú desprendido de todo, sin apego, el tú de tu juventud.
Momentos robados. Estas palabras tienen un doble significado. Primero, están los momentos que te fueron robados, los que te pertenecían, aquellos en los que hiciste lo que quisiste, cuando quisiste. Los de tu juventud. Aquellos que te gustaría volver a encontrar.
Para encontrarlos, no te quedará más remedio que tomarte tiempo para ti. Tomar el tiempo. Usamos a menudo esta expresión, ha entrado en el lenguaje cotidiano, pero hemos olvidado su significado: tomar tiempo significa que vamos a apropiárnoslo, por cualquier medio, incluso si eso significa robarlo.
Cuando no tienes dinero, vas a la banco o asistencia social. O lo robaremos. Desgraciadamente no existe ningún banco ni mecanismo de previsión social que te pueda prestar o regalar tiempo, así que no te queda otra que robarlo.
Momentos robados. Son momentos en los que no tienes nada que hacer, al menos nada que hacer por los demás. Son esos momentos que a veces disfrutas sin pensarlo ni desearlo: un momento de espera en la sala de espera del médico, un viaje en coche o un paseo, una cita en la peluquería, el insomnio, un café por la mañana... Con el tiempo, cuando te das cuenta de que esos momentos son cada vez más raros, aprendes no sólo a disfrutarlos, sino sobre todo a robarlos, de verdad.
Disminuimos el ritmo: caminamos más despacio, conducimos menos rápido, sólo para disfrutar más tiempo el momento presente.
O nos aislamos en algún lugar, en cualquier lugar. Nos robamos un pequeño momento para nosotros durante la pausa del almuerzo, de camino a casa.
Es como si tuviéramos que concertar citas con nosotros mismos, sólo para reencontrarnos.
Por supuesto, esto no es normal. Tener que robar tiempo para apropiárselo, casi en secreto, no está en la naturaleza de las cosas. Explícale esto a un adolescente o a un sudamericano y se reirán en tu cara. Pero lamentablemente en nuestro país, donde todo debe hacerse de inmediato y donde ambos miembros de la pareja trabajan, esta situación no es nada rara.
Así que, por supuesto, podemos seguir robando estos momentos. Esto le permitirá recargar las baterías y seguir adelante. Pero a largo plazo, es mejor recuperar el tiempo que nos robaron haciéndonos volver a la vida “activa”, o mejor dicho debería decir Carrera de ratas. Y para liberarse de ella definitivamente, sólo hay un camino:independencia financiera.
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