No hace mucho tiempo compartí con ustedes la Un día en la vida de un rentista, que repasaba de forma más o menos ficticia mi vida en ese momento. Digo más o menos porque no era rentista en esa época, pero se habían dado varias cosas, intencionadamente o no, que me permitieron vivir de forma muy relajada. Desgraciadamente para mí, nuevos trastornos profesionales han venido a perturbar esa calma momentánea y hoy vivo mucho peor que nunca. Parece que estoy a punto de iniciar la última inmersión del curva de felicidad, la de los cuarenta, aunque creía que podía ahorrarme esta molestia.
Sin embargo, el "Un día en la vida de un rentista"Había sido un detonante, una base sobre la que apoyarme. Este artículo fundamental me dio la idea de repasar en un diario mi recorrido como futuro rentista, plagado como hoy de dificultades, pero que debería mostrar que, poco a poco, las cosas que he puesto en marcha también se reflejan en mi vida diaria. Mi estrategia para vivir mejor convirtiéndome en rentista, explicada en mi... libro electrónico, de hecho sigue siendo relevante. Es que hoy mi contexto profesional actual desgraciadamente me obliga a vivir de manera diferente, por el momento.
Como la mayoría de los adolescentes, nunca disfruté mucho estudiando, pero tampoco le di mucha importancia. Lo vi como un mal necesario: no tener educación significaba tener que realizar un trabajo manual y físicamente exigente. También hay que decir que en aquella época, como hoy, las profesiones artesanales estaban muy mal consideradas. Preferimos el mundo silencioso de las oficinas. Sin embargo, ahora vemos que el desempleo afecta más fácilmente a los vendedores y a los jóvenes licenciados que a las llamadas profesiones manuales. Por otra parte, el cansancio físico provocado por éstos ha dado paso al cansancio psicológico y al estrés constante en las profesiones administrativas. Al final me digo que hoy no sería más infeliz si hubiera utilizado las manos en lugar del cerebro... pero esa es otra historia.
En resumen, estaba estudiando, y debo reconocer, mirando hoy atrás, que llevaba una vida privilegiada, con pocas responsabilidades y preocupaciones, aparte de aprobar mis exámenes. Esto todavía me dejó mucho tiempo para disfrutar la vida al máximo. Mis cuatro años de universidad son sin duda los mejores que he vivido hasta ahora. Paradójicamente, mis medios económicos en aquel entonces eran irrisorios.
Todavía no tenía idea de qué quería hacer en la vida... ¡quizás ya de manera subconsciente porque no quería trabajar! Recuerdo haber visitado a un consejero vocacional, quien me realizó una serie de pruebas psicológicas. Entre las profesiones que buscaba, había marcado la de "rentista", sin saber aún muy bien qué significaría eso para mí más adelante. La asesora simplemente me dijo que mi perfil era original y creo que al final ella fue incluso más torpe que yo, vistos los resultados del análisis.
Descubre más desde dividendes
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.